Reflexiones sobre la situación actual del anarquismo (1931) – E. Armand

I.

Al iniciar esta serie de artículos sobre la situación del anarquismo en la actualidad, no pretendo complacer a todo el mundo, ni siquiera sé dónde acabaré. Mi intención es únicamente señalar algunos hechos observados en el transcurso de la vida de un propagandista que comienza a alargarse, para luego, una vez analizados y examinados estos hechos, sacar conclusiones,

En el departamento en el que vivo -por casualidad-, una americana se pasea de puerta en puerta, vendiendo un folleto de precio modesto -creo que 1 fr.80- editado por una secta americana adscrita a la doctrina adventista. Esta americana, una mujer joven, hablaba un francés bastante incorrecto, teñido de acento;Pero no puedo dejar de admirar la valentía de esta misionera que no se contenta con predicar a los conversos, a sus correligionarios, sino que sale audazmente a ofrecer su literatura a los «extraños».

A los «desconocidos», es decir, a los que no han oído los mismos sermones y exhortaciones repetidos mil veces – a los «desconocidos», es decir, la esperanza y la posibilidad de acción y realización – a los «desconocidos», es decir, la perspectiva de infundir sangre nueva en un cuerpo ya viejo y gastado.

La gente se queja de que los periódicos anarquistas sólo tienen una tirada limitada, que los lectores a los que se dirigen son creyentes convencidos, y nada más;que las ideas anarquistas no reclutan nuevos elementos, en resumen que el punto de vista anarquista de la vida no interesa, no implica, al medio circundante; el vasto, inmenso medio arquista,

¿Pero no es esto culpa tanto de los propagandistas anarquistas como de los organizadores de sus órganos?

¿Cuándo se propusieron metódicamente los anarquistas hacer una propaganda racional y razonada, con vistas a llegar a los «desconocidos», -repetimos- a los que no asisten a las grandes reuniones públicas, a los que pasan delante de los carteles encogiéndose de hombros o sin leer, a los que nunca han oído hablar de los anarquistas o sólo saben lo que dice de ellos la prensa de derecha, de centro o de izquierda.

¿Cuándo salieron los anarquistas, de uno en uno, de dos en dos, en días laborables o festivos, con una provisión de octavillas en sus bolsas, eligiendo las horas en que se encontraban con campesinos y aldeanos, llamando a las puertas, ofreciendo el contenido de sus bolsas y entablando conversación?

¿No vale la pena renunciar de vez en cuando a un día de trabajo y a un día de descanso para propagar ideas que te son queridas?

¿Cuándo decidieron los anarquistas dividir una ciudad, un distrito, en manzanas y luego visitar cada casa, cada piso, cada vivienda de esa manzana?

Es ahí, en el campo y en la ciudad, en esas casas de campesinos, en esas viviendas y pisos urbanos, donde podemos encontrar la sangre nueva que revitalizará el movimiento, la ideología y la prensa anarquista. Es ahí donde se encuentran los «desconocidos», ¡los que encarnan la esperanza y las posibilidades de acción y realización!

Predicar a los conversos no es una tarea difícil. El cura de casa tampoco lo hace.

Cada periódico anarquista que se crea -y tengo treinta años de experiencia a mis espaldas- se preocupa principalmente de solicitar lectores y encontrar suscriptores entre la «clientela» de los órganos que existían antes que él. Sus creadores intentan apoyarse en publicaciones leídas en un medio que a menudo está saturado de literatura similar, ¡y cuya capacidad de absorción y solidaridad está al límite!

Cincuenta millones de seres humanos entienden el francés; los periódicos de las distintas tendencias anarquistas son leídos por veinticinco mil personas como máximo… Si esto sigue así, dentro de dos generaciones no se hablará ni de anarquismo ni de anarquistas; en otras palabras, se hablará de ellos como de lenguas muertas o de pueblos extinguidos.Esto no significa, por supuesto, que la mentalidad anarquista no vaya a permanecer latente en el género humano; estoy convencido de que al final será la concepción libertaria de la vida la que triunfe, pero ya no como resultado de un movimiento o movimientos anarquistas claramente caracterizados y orientados (lo cual tiene poca importancia, al fin y al cabo).

Ni sus periódicos ni sus propagandistas quieren hacer frente a las «incógnitas»… pues que carguen con las consecuencias de su negligencia o de su descuido: supongamos que en lugar de 50 millones de personas que entienden francés sólo hay veinticinco, sólo diez susceptibles de ser alcanzadas.A estos diez millones restemos los veinticinco mil lectores directos o indirectos de las publicaciones individualistas o comunistas o anarquistas, quedando nueve millones y 975.000 posibles lectores.

¿Qué hicieron los anarquistas, y los jóvenes anarquistas en particular, para hacerles saber que existía una vasta y diversa literatura en la que se exponía, afirmaba y mantenía que el Estado, el Gobierno, sus leyes, su moral, sus instituciones, no eran en absoluto necesarios para establecer y mantener relaciones y relaciones entre los seres humanos?

Responder que nadie se interesa por estas cosas, o que no hay más que indiferencia en todas partes, no es responder; es evadir la pregunta. Aparte de las reuniones y la distribución de panfletos, que con demasiada frecuencia son tratados como panfletos, ¿qué tácticas usan los anarquistas para despertar el interés de los «extraños» en la solución anarquista al problema humano, y para despertar su interés en esa solución?

Antes de quejarnos de que la prensa y la literatura anarquistas no tienen lectores -o tienen muy pocos- respondamos primero a esta pregunta?

II

Si los anarquistas se muestran indiferentes o tibios a la hora de propagar sus opiniones o difundir su literatura, en cambio se interesan ampliamente por las minucias y los grandes detalles de la existencia de los miembros de sus círculos, especialmente de aquellos cuya actividad les pone, como ellos dicen, «en el candelero».

No es un ultraje a la verdad observar que el espíritu «charlatan» domina excesivamente en los círculos anarquistas, no sólo el espíritu de curiosidad, sino también el espíritu de denigración, el espíritu del «fiscal».Auguro un gran éxito al empresario audaz que se entretuviera reuniendo y cotilleando chismes y cotilleos sobre destacados anarquistas y los sirviera recién salidos de la imprenta cada semana a la clientela libertaria, tanto individualistas como comunistas, tanto omnívoros como herbívoros: no necesitaría apelar a la solidaridad de sus lectores.

Saber cómo van Tartempionne y Tartempion bebiendo, comiendo, durmiendo, si dan o no placer a sus amigos, si se acuestan sobre su lado derecho o izquierdo, en pijama o desnudos como un recién nacido, cómo se comportan con quienes viven con ellos, con sus jefes, con sus clientes, con sus proveedores… conocer el color de su ropa interior, si se tiñen o no el pelo, si sus dientes son de verdad o artificiales… ¡Ah, si pudiéramos levantar la tapa craneal y descifrar los sueños, las aspiraciones secretas, los deseos íntimos que esconde el cerebro!Si pudiéramos levantar la tapa craneal y descifrar los sueños, las aspiraciones secretas, los deseos íntimos que el cerebro oculta! Y qué pena si no sabemos nada, si no podemos descubrir nada que bordar, que forjar, que inventar, que dar por «llegado» el fruto de nuestra imaginación y, hablando de ello, soltar chismes que o bien no tienen base real o bien son burdamente exagerados desde el principio…

«¡Ah!el interior de Tartempionne es el de una señora de clase media, donde se ducha perfumada, donde come conejo con ciruelas pasas… donde no se preocupa por la salud de su marido.»Tartempion» es demasiado fácil o demasiado estricto con su novia; cuando se va de viaje, encierra a su compañera: es un derrochador porque es sucio, impotente o está podrido. «Lo conocimos ayer, tomando el aperitivo con un policía de paisano. ….

Fue su propio hermano quien me dijo esto.

Nueve de cada diez veces, quienes cotillean sobre Tartempionne o Tartempion no han pasado nunca ocho días, ni siquiera uno, en su compañía. Puede ser que sólo hayan visto alguna vez a uno o a otro… por cierto.Puede ser que, de un extremo a otro del mundo anarquista, se conozcan al detalle los usos y costumbres de Tartempionne y Tartempion, descritos por «reporteros» que sólo tienen un defecto: no saben lo que cuentan.

Cada vez que hago una ronda de charlas, me encuentro con viejos camaradas que han abandonado los grupos y han dejado de interesarse por la propaganda, hartos de las historias que se difunden sobre relatos propios y ajenos. ¿Para qué -me dicen- preocuparse por un movimiento que pretende educar y con demasiada frecuencia acaba creando mentalidades chismosas?

Es curioso, cuando uno se encuentra en presencia de una mentalidad de este tipo, recordar que los anarquistas se declaran voluntariamente deterministas… ¿Cómo puedes declararte determinista y reprochar a los demás que se comporten según tu propio determinismo? ¿Cómo puedes llamarte individualista y reprochar a otro individualista que, en una circunstancia dada, se haya comportado de forma diferente a la tuya, o se hubiera comportado de forma diferente?

Al menos, ¡no te llames determinista!Que nos adherimos a la doctrina del libre albedrío y aceptamos todas sus consecuencias.

Simon, eso es ignorancia o mala fe.

Acusar a alguien de incoherencia es fácil, como cualquier crítica, pero lo que es menos fácil es demostrar que el acusado es incoherente con su propia norma de conducta personal, o con la línea de conducta de la asociación a la que pertenece.

En camaradería, el acusador se cuida de no aportar tales pruebas.

Además, querer o pretender que cada unidad, cada asociación se conduzca, para obtener los resultados que persigue, o su desarrollo, en relación con una norma uniforme, es puro arcaísmo.

Se dan casos -con demasiada frecuencia- en los que nos encontramos ante una mala fe calculada: se trata de derribar a un competidor molesto… Desgraciadamente, a veces somos un competidor molesto para nuestro camarada…Como discutir sus ideas está más allá de la capacidad del avergonzado, prefiere difamar o calumniar… Siempre queda algo, dice Basile dixit.

El que es atacado, el que es calumniado, responde; el que es calumniado se levanta, naturalmente. Afirmas que yo soy esto o aquello, pero ¿no eres tú aquello o aquello? Barre el frente de la puerta antes de preocuparte por si mi fachada ha sido repintada. Hay una paja en mi ojo, ¡pero la viga está en el tuyo!

¡Y toda la galería se echó a reír!

Si un ejemplar cae en manos de este famoso «anarquista que no se conoce a sí mismo», concluirá que en el medio al que se le invita a entrar es igual que en cualquier otro, que eres un tonto y haces el ridículo.Proclamaron la paz universal y empezaron haciendo la guerra «entre ellos».

Voilà, ¡la incoherencia cardinal!

Como si no hubiera espacio suficiente para que los diversos propagandistas anarquistas y su propaganda trabajaran y se desarrollaran, cada uno por su cuenta, sin entorpecer, molestar o perturbar los esfuerzos de los demás.

Tu propaganda personal no interesa a las otras obras, a los otros propagandistas…. ¡gran cosa! Tu vanidad puede sufrir momentáneamente, pero créeme, si tu esfuerzo responde a una necesidad evidente, a una necesidad cierta, se abrirá paso, contra viento y marea.Sé un poco menos precipitado, sobre todo, y no te engañes sobre el verdadero alcance de tu intento.Nunca servirás más que a los nueve de siempre. Nihil novum sub sole.

Veo tres razones para la persistencia de las polémicas personales, según el tópico:

1°Salvo en circunstancias excepcionales, una publicación anarquista sólo responderá con algunas líneas conciliadoras a los ataques de que pueda ser objeto por parte de personalidades u obras libertarias;

2°El arrebato de la persona difamada o polemizada que, en lugar de resistirse, debe simplemente responder a su agresor que, como no ha contraído con él ningún compromiso en cuanto a su comportamiento en tal o cual circunstancia o en cuanto a su propaganda, no le debe ninguna explicación;

3° La pusilanimidad de los suscriptores o lectores de periódicos en los que se desarrollan polémicas personales, en los que los militantes son demolidos y «desenmascarados».En lugar de interesarse masivamente por las publicaciones que inician el ataque y cortarles la financiación, les permiten continuar con sus turbios negocios enviándoles sus grandes cantidades de dinero.

Tanto peor si el «amigo que no se conoce», ante este degüello… con toda cordialidad, por supuesto… prefiere seguir ignorándose ¿Quién podría culparle?

III

Tanta tinta se ha derramado sobre esta cuestión, y el «¿Qué es un anarquista?» ha rivalizado con el «qué somos», el «qué queremos», etc. Incluso cuando no está el título, domina el espíritu.Por cierto: ¿qué es un anarquista?

¿Es querer y perseguir la transformación de la sociedad según un ritmo y un programa predeterminados? ¿Es ser sindicalista, esperando que el sindicalismo resuelva la llamada cuestión social en determinadas condiciones? ¿Es ser cooperativista, considerando el cooperativismo como el instrumento para renovar las mentalidades?

Es obvio que el socialismo, el sindicalismo y el cooperativismo pueden considerarse desde un punto de vista anarquista, siempre que se comprenda claramente el significado de los términos anarquía, anarquismo y anarquista.

Digan lo que digan los revolucionarios, los socialistas, los comunistas, los cooperativistas o sus teóricos más reputados, anarquía sólo puede significar ausencia o negación de arquía, autoridad gubernamental o cualquier autoridad que se le parezca. No hay una sola palabra en francés, o en lenguas extranjeras, compuesta con la raíz arquía (arkhía) que no conlleve este significado de autoridad gubernamental (monarquía; gobierno de un Estado regido por un solo jefe; heptarquía: gobierno simultáneo de siete reyes; tetrarquía: gobierno simultáneo de cuatro emperadores o reyes; exarcado : gobierno ejercido por el representante del emperador de Constantinopla en África o Asia; arconte: primer magistrado de las repúblicas griegas; etnarquía; gobierno de un etnarca, jefe de una provincia; pentarquía: gobierno simultáneo de cinco jefes; jerarquía; orden y subordinación de las autoridades eclesiásticas, civiles y militares; oligarquía: gobierno en el que la autoridad está en manos de unas pocas familias poderosas. No se puede ignorar el significado de una raíz tan característica sin ser acusado de ignorancia. Así que parece preferible utilizar otro término o una palabra nueva.

El anarquismo es la filosofía o doctrina de esta concepción; el anarquista es la persona que, personalmente, y para el entorno al que pueda pertenecer, niega la autoridad gubernamental y prescinde de ella.

Puesto que la autoridad gubernamental se ha manifestado siempre en la política, en la economía, en la moral, en la instrucción, en la educación, en las actividades recreativas, decretando, interviniendo, regulando, prohibiendo tal o cual acción, obligando a tal o cual otra, de acuerdo o no con las necesidades o los deseos de los gobernados (una minoría de los cuales, al menos, van contra su voluntad), se deduce que el anarquista es aquel que, política, económica, ética, educativa, recreativamente, niega la autoridad gubernamental o la ignora, o prescinde de ella.

Esta definición es muy interesante porque implica que prescindir de toda autoridad gubernamental, es decir, impuesta -y esto es lo que caracteriza al arconte, al mando político, al gobierno- no significa ;quieren prescindir de normas aceptadas, como los artículos de un contrato entre uno, dos, cien o mil individuos cualesquiera y uno, dos, cien o mil individuos cualesquiera, siempre que el contrato sea voluntario.

Y, puesto que la arquía o autoridad gubernamental gobierna tanto la moral como la educación, la instrucción o el recreo, se puede ser anarquista en materia de moral, educación, instrucción o recreo tanto como en materia de economía o política.

Esta observación es muy importante, porque nos encontramos con personas que limitan la anarquía a cuestiones políticas o económicas.

La autoridad gubernamental no sólo se ejerce en el campo de la política y de la economía social, también se ejerce en el campo de la moral, de la instrucción, de la educación y de los diversos modos de recreación y esparcimiento, y es a través de éstos que hace más aceptable el arquismo político y económico.

Rebelarse contra la autoridad gubernamental en materia de educación, instrucción, moral, etc., ignorarla, prescindir de ella, solo o asociado, es poner en peligro el autoritarismo político o económico, disminuir su dominio, sacudir sus cimientos, Por eso los gobiernos están dispuestos, por ejemplo, a permitir la libertad moral, conscientes de que la desobediencia consciente en materia de moral hace inútiles y obsoletas las recomendaciones y prescripciones arquistas en materia de moral general.Quien, por ejemplo, considera inoperantes y esclavizantes los privilegios jurídicos y sociales concedidos a la virginidad, la fidelidad conyugal, la legitimidad de los hijos concebidos en el matrimonio, la exclusividad en el amor, las relaciones sexuales permitidas o llamadas normales, la monogamia o la poligamia, en una palabra, las buenas costumbres, está mucho menos dispuesto a aceptar como valiosas las convenciones o leyes relativas a la economía política o social, etc. Quien no respeta la propiedad de una persona sobre el cuerpo de otra, tenderá a no respetar el monopolio de una persona sobre más instrumentos de trabajo o tierra de los que le corresponden.Quien no respete la propiedad de una persona sobre el cuerpo de otra, tenderá a no respetar el monopolio de una persona sobre más instrumentos de trabajo o tierra de los que pueda hacer valer por sí misma y para sí misma, y así sucesivamente.

Hablar contra el arcaísmo en la economía social no significa adoptar una concepción única de la economía, ni implica necesariamente ser comunista, sindicalista, colectivista, cooperativista, etc. ….De hecho, el colectivismo, el comunismo, el sindicalismo, el cooperativismo, etc., pueden coexistir con el gobierno y el ejercicio de la autoridad gubernamental.

La cuestión no es la forma de la solución, sino el modo en que se aplica: arquista, con coerción o control por parte de la autoridad gubernamental – o anarquista, sin coerción ni control por parte de la autoridad gubernamental.

Por eso, como anarquista, se puede ser, económicamente hablando, individualista o comunista, partidario de una u otra de estas fórmulas «a cada uno según su esfuerzo» o «a cada uno según sus necesidades» (dando a la palabra esfuerzo o necesidades un sentido relativo al individuo o a la asociación). Por eso, como anarquistaLa experiencia demuestra y demostrará cuál de estos sistemas desarrollará mejor la mentalidad anarquista de los individuos y el espíritu anarquista de las asociaciones.La experiencia muestra y mostrará cuál de estos sistemas desarrollará mejor la mentalidad anarquista de los individuos y el espíritu anarquista de las asociaciones. Querer, mediante uno u otro de estos sistemas, monopolizar la tierra, los medios de producción, las facultades de expresión y de realización, es actuar como un arquista, del mismo modo que es actuar como un arquista obstaculizar o impedir la propaganda.Toda organización o concepción individualista, socialista, sindicalista, colectivista, comunista, cooperativista o de otro tipo que obstaculice de algún modo la propaganda y la realización de una concepción distinta de la suya -cuando ésta implica la negación del desconocimiento de la autoridad gubernamental (una autoridad externa a la unidad o grupo humano, que es lo mismo)- está actuando como un arquista,

Cualquier medio comunista anarquista que implique la prohibición de la propaganda individualista anarquista – y viceversa – está actuando como un arquista.

Es comprensible que en sus órganos e incluso en sus reuniones, los comunistas o los individualistas anarquistas se limiten a cierta propaganda y eliminen otras.Es inaceptable poner cualquier obstáculo a la propaganda y a la realización de cualquiera de las concepciones de la vida al margen de la autoridad gubernamental que puedan imaginarse, en términos económicos, intelectuales, morales, recreativos, etc. Y su crítica debe detenerse necesariamente en el punto en el que se corre el riesgo de llamar la atención del Estado (policía, fiscalía, etc.) sobre los propagandistas o realizadores de estas concepciones. De lo contrario, se está delatando consciente o inconscientemente.

Se dirá que estas cosas se saben desde hace mucho tiempo, pero por diversas razones creo que merecía la pena repetirlas.

IV

He llegado al final de esta serie de artículos.Conclusión:No creo que la solución anarquista pueda imponerse si no está preparada desde el principio por una transformación de la mentalidad general.Y no son las interminables discusiones- y todo lo teórico — sobre cómo los anarquistas harán para lograr o dirigir o llevar a buen término la revolución que me haga cambiar de opinión.

¿Qué número real de anarquistas representan los delegados de los grupos a un congreso? ¿Cuántas personas leen publicaciones que dicen tratar sobre algún aspecto del anarquismo? De estos miembros de grupos anarquistas, de estos lectores de periódicos anarquistas o anarquizantes, de la audiencia en reuniones libertarias, ¿cuántos están preparados para tomar acciones efectivas -preparados para arriesgar sus cuellos?

Hablar está bien, saber podría ser mejor, en mi opinión, por supuesto.

La verdad es que la prensa anarquista sólo llega a un número minúsculo e insignificante de lectores.Mientras se limite a la doctrina, mientras sólo se ocupe de discusiones sobre lo que es anarquista (comunista o individualista), sus comunicados estarán siempre redactados de la misma manera: «situación sin cambios».

¿Quién cree en el valor de un programa? Para crear una mentalidad anarquista individualista o comunista hace falta algo más que manifiestos y proclamas, hace falta demostrar la inutilidad y la nocividad del Estado.En primer lugar, es necesario socavar todos los prejuicios intelectuales, económicos y morales que mantienen las instituciones anarquistas para que quienes se benefician de ellas -monopolistas y privilegiados de todo tipo- permanezcan en el poder.

Para crear una mentalidad anarquista, es necesario infundir odio a la dominación allí donde se ejerce, tanto en el campo de la economía como en el de la moral, tanto en la educación como en el campo del placer. Es obvio, pero infundir odio al arquismo no es suficiente -no se puede construir algo con odio- hay que demostrar la inutilidad de la dominación estatista y de la economía capitalista.

No discuto que el puñado de anarquistas o anarquistas que somos no necesitemos revistas doctrinales, periódicos ideológicos. No satisfacer esta necesidad marcaría más que un paso atrás: marcaría una derrota.

Pero si queremos llegar a la masa o a una parte suficiente del género humano, necesitamos algo más que doctrina o ideología, necesitamos crear revistas populares, cada una de las cuales trate un tema específico y persiga un objetivo concreto, y trate la cuestión a la que está dedicada de una manera absolutamente inconformista.Economía social, educación, sexualismo, religión, higiene, ciencia, literatura, arte, teatro, espectáculos, todas las necesidades de la unidad social, todas las ramas del saber humano.Para qué hablar de anarquismo: sino de actitud política, anarquista, antirreligiosa, claramente materialista y mecanicista;publicaciones que están escritas por mujeres y hombres que han hecho tabla rasa -de verdad- de todo lo que el Estado, las iglesias o los moralistas enseñan, alaban o favorecen.No por partidistas.

Quién no se da cuenta de que las masas están hastiadas de los periódicos de partido y de las querellas partidistas, y anhelan lo que ningún periódico les ha dado nunca: publicaciones periódicas en las que no se predique a favor de un bando o de otro.

Qué hermoso periódicoqueda por crear – un periódico hecho por anarquistas y donde se hablaría de anarquismo sin mencionarlo nunca, eh respirar una palabra – ¡un diario donde las noticias se presentarían de tal manera, los reportajes se realizarían de tal manera, la política se trataría de tal manera que aquellos a los que llegaría se asquearían del arquismo y de sus chulos!

Ah, ¡si yo tuviera el dinero!

Lo que escribo sobre los periódicos se aplica evidentemente a las reuniones.

Creo que semanarios como «Canard Enchainé» (que está lejos de ser perfecto, sin embargo, haría más para crear una mentalidad anarquista en las masas que un centenar de periódicos para el uso de iniciados.

En los treinta años que llevo dedicado al anarquismo siempre he visto cuatro o cinco revistas o periódicos compitiendo por los diez o quince mil lectores que constituyen el núcleo de la clientela anarquista.francés (y no siempre se hace de forma muy limpia), sin saber si tendrán recursos para pagar la impresión de su próximo número.

¿Qué influencia puede tener el movimiento que representa esta prensa en los 50 millones de seres humanos que hablan y entienden la lengua francesa?

En los países anglófonos, la situación es mucho peor. Con una población de más de 170 millones de habitantes, la prensa anarquista no es capaz de reunir 5.000 lectores regulares, y un gran número de ellos no son anglosajones de origen. Un camarada americano me escribía no hace mucho que imprimir mil ejemplares para un periódico anarquista es una verdadera proeza. ¿Y en Inglaterra?

En mi opinión, la salvación del anarquismo no está ni en los congresos ni en los programas,sino en la penetración metódica en los diferentes ambientes humanos, considerados desde el punto de vista de sus actividades, sus necesidades, sus deseos, sus pasiones, sus aspiraciones.Mientras no hayamos saturado la mentalidad de los seres humanos de repugnancia hacia las ideas religiosas y morales vigentes, mientras no les hayamos convencido de la inutilidad de la autoridad estatista y de lo nocivo de la economía capitalista, mientras no se les haya persuadido de la ventaja de lo voluntario sobre lo impuesto, me parecerá ilógico e infundado hablar de la posibilidad del establecimiento o advenimiento de un mundo o sociedad anarquista a cualquier escala.

Es cierto que podemos preferir, para algunos, hacer gárgaras con grandes palabras y frases altisonantes y acabar, en la práctica, siendo un medio muy pequeño dentro de un todo inmenso. Es cierto que podemos perseguir el único resultado de mantener: vivos.medios selectos.No discuto el valor de esta tarea, pero ¿por qué no dejar las cosas claras?

Teniendo en cuenta que estos pequeños grupos de lectores o doctrinarios sólo existen en la medida en que el grupo en su conjunto acepta que alguien pueda pensar, opinar o trabajar públicamente de forma diferente a la mayoría de sus componentes medios.

Ahora bien, esta actitud, en cualquier sociedad humana, ya postula una mentalidad imbuida de anarquismo.-

E. Armand.

Bibliografía

  • E. Armand, “Réflexions sur la situation de l’anarchisme actuel,” La Voix libertaire 4 no. 118 (30 Mai 1931): 2.
  • E. Armand, “Réflexions sur la situation de l’anarchisme actuel,” La Voix libertaire 4 no. 122 (27 Juin 1931): 2.
  • E. Armand, “Réflexions sur la situation de l’anarchisme actuel,” La Voix libertaire 4 no. 131 (29 Août 1931): 2.
  • E. Armand, “Réflexions sur la situation de l’anarchisme actuel,” La Voix libertaire 4 no. 144 (28 Novembre 1931): 2.

[]

E. Armand, “Réflexions sur la situation de l’anarchisme actuel” (1931)

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